Las mejores rosquillas del mundo son las de mi abuela Carmen




Mira que hay recetas de rosquillas en el mundo... Pero ninguna es como esta. Estoy decidida a revelar el secreto.

No sé de dónde procede. Creo que es de Málaga, es decir, de Alcaucín, pero puede ser que mi abuela empezara a hacerlas en Barcelona, y por tanto... origen desconocido.

Son rosquillas de aceite y anís verde, fritas. Son muy fáciles. Y la receta es además fácil de memorizar.

Ingredientes de rosquillas de mi abuela Carmen:
- 2 huevos
- 2 tazas de aceite de oliva suave (yo pongo 1,5 tazas)
- 2 tazas de leche (yo pongo 1,5 tazas)
- 1,5 tazas de azúcar
- 2 cucharadas (de las de té) de anís verde o matalahúga.
- Canela molida (media cucharadita de café)
- 1,5 k de harina de trigo
- 1 sobre de levadura Royal
- Aceite para freír, al menos medio litro.

Freír el aceite de la masa hasta que humee y apagar. Después de uno minuto, añadir las semillas, que se freirán. Dejar que enfríe por completo.

En un bol grande, batir los huevos hasta que estén muy espumosos, montados, con la batidora de montar. Añadir el azúcar y la leche, y batir. Añadir el aceite y batir. Ir añadiendo poco a poco la harina, tamizándola, la primera tanda con el Royal mezclado. Unir con la batidora y después con una espátula. Por último amasar con las manos. Hay que añadir harina hasta que se pueda hacer una rosquilla, con las manos untadas de aceite. Aproximadamente 1,2 kilos.

Como en el pueblo no tenían batidora, separaban las yemas de las claras. Las claras las montaban a punto de nieve suave, a mano, y las unían antes de echar la harina.

Con las manos aceitadas se hacen las rosquillas, y se ponen en el mármol también aceitado.

Mientras se pone a calentar aceite en una sartén pequeña y honda. Cuando esté muy caliente, se echan cinco rosquillas, no más, y se doran bien. Se apartan en una bandeja.

Se dejan templar y se pueden "aliñar" pasándolas por agua y azúcar. A mí me gustan solas.

Crítica
Recién hechas están buenísimas. Y después también, se conservan días si están en una lata. Normalmente congelo la mitad de la masa, es mucha.
El sabor de la semilla de anís no tiene nada que ver con el licor. No sé por qué son tan viciosas, creo que porque llevan mucho aceite en la masa.
Esta es mi herencia, esta y otras recetas, porque mi abuela no pudo dejarnos nada más. Y es una fortuna.

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