Viva Portugal! (II)
Contribución de un bazar chino al logo de Guimaraes capital europea de la cultura 2012
Antes se decía menos mal que nos queda Portugal. No nos gustaba ser los últimos.
Nuestro viaje gastronómico también fue cultural, porque hubo momentos reflexivos. Momentazos. Como los intelectuales, nos pusimos pesimistas.
Braga fue el primer golpe, luego Guimarães, y hasta Ponte da Lima. En Portugal han conservado y recuperado sus villas y pueblos históricos. Los edificios abandonados se cuentan con los dedos de la mano. Los espacios públicos son homogéneos, están reurbanizados, peatonalizados y bien cuidados. Por qué allí sí (y en Italia, Francia, Gran Bretaña...) y aquí no, es algo en lo que pensar.
Así que las antiguas opiniones que criticaban Portugal, que lo miraban por encima del hombro, no están fundadas. Quizá no lo estuvieron nunca. Son prejuicios estúpidos, que no honran a la gente inteligente y viajada, que en cambio sí mira con devoción Francia, por ejemplo.
Las villas portuguesas -al menos las que visité yo, también en otros viajes, Chaves, Coímbra, Évora...- están limpias, habitadas, los locales comerciales están a la última y sobre todo son conjuntos de arquitectura tradicional y culta muy notables. Auténticos conjuntos, no con lo que nos conformamos aquí, donde queda un edificio de cada dos, están encerrados por edificios o barrios que no se pueden ni ver, o por infraestructuras que se lo comen todo. Treinta o cuarenta años de desastres nos han dejado sin historia, sin la escena física de ella.
Y ahora viene lo que faltaba. Nos consolamos con que en Galicia, al menos, se come bien. Que es lo mejor. Pues no y chúpate esa. En Portugal se come mejor y es más barato. Los establecimientos están más renovados, y por lo tanto más cuidados en todos los aspectos (decoración, ambiente, servicio, cocina). Puede que la clientela sea más exigente, puede que se haya invertido mucho en esto... Claro que nos damos cuenta por la manía de comparar. Si no comparamos, y ni vemos, ni oímos, ni saboreamos, podremos seguir diciendo que en ningún sitio se vive como en Galicia.
Cuánto disfrutamos y cuánto nos flagelamos en este viaje! Una cosa va con la otra.
Comer en Guimarães: xantamos en Vira Bar, almorzamos en un vegetariano-tienda llamado Cor de Tangerina, volvimos xantar en Clave de sabores, que se anuncia como restaurante-bar-sala de cha-esplanada. Y acertamos siempre.
Bacalao: al horno. Con patatas nuevas con piel y grelos rehogados, con suave sabor a ajo. Unas sabrosísimas costeletas a la brasa (chuletas de cerdo de churrasco) con patatas fritas. Caldeirada de pescado. Mousse de plátano y macedonia con fruta de la pasión. Helados de mango, de coco y de fruta de la pasión. Y la sorpresa de una cocina vegetariana elaborada y delicada: champiñones portobello rellenos, pasta con verduras, cúrcuma y curry, semifrío de algarroba etc. etc.
Así que las antiguas opiniones que criticaban Portugal, que lo miraban por encima del hombro, no están fundadas. Quizá no lo estuvieron nunca. Son prejuicios estúpidos, que no honran a la gente inteligente y viajada, que en cambio sí mira con devoción Francia, por ejemplo.
Las villas portuguesas -al menos las que visité yo, también en otros viajes, Chaves, Coímbra, Évora...- están limpias, habitadas, los locales comerciales están a la última y sobre todo son conjuntos de arquitectura tradicional y culta muy notables. Auténticos conjuntos, no con lo que nos conformamos aquí, donde queda un edificio de cada dos, están encerrados por edificios o barrios que no se pueden ni ver, o por infraestructuras que se lo comen todo. Treinta o cuarenta años de desastres nos han dejado sin historia, sin la escena física de ella.
Y ahora viene lo que faltaba. Nos consolamos con que en Galicia, al menos, se come bien. Que es lo mejor. Pues no y chúpate esa. En Portugal se come mejor y es más barato. Los establecimientos están más renovados, y por lo tanto más cuidados en todos los aspectos (decoración, ambiente, servicio, cocina). Puede que la clientela sea más exigente, puede que se haya invertido mucho en esto... Claro que nos damos cuenta por la manía de comparar. Si no comparamos, y ni vemos, ni oímos, ni saboreamos, podremos seguir diciendo que en ningún sitio se vive como en Galicia.
Cuánto disfrutamos y cuánto nos flagelamos en este viaje! Una cosa va con la otra.
Comer en Guimarães: xantamos en Vira Bar, almorzamos en un vegetariano-tienda llamado Cor de Tangerina, volvimos xantar en Clave de sabores, que se anuncia como restaurante-bar-sala de cha-esplanada. Y acertamos siempre.
Bacalao: al horno. Con patatas nuevas con piel y grelos rehogados, con suave sabor a ajo. Unas sabrosísimas costeletas a la brasa (chuletas de cerdo de churrasco) con patatas fritas. Caldeirada de pescado. Mousse de plátano y macedonia con fruta de la pasión. Helados de mango, de coco y de fruta de la pasión. Y la sorpresa de una cocina vegetariana elaborada y delicada: champiñones portobello rellenos, pasta con verduras, cúrcuma y curry, semifrío de algarroba etc. etc.
Ay (suspiro)
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